lunes, 18 de junio de 2007

Caso Dalmasso: Catorce horas de guardia

Crónica emitida en Radio Continental el 14 de junio de 2007
POR CYNTHIA GARCIA

El escenario, que era el Palacio de Tribunales de la ciudad cordobesa de Río Cuarto, gravitaba sobre nuestro interés como un imán. Imposible no estar: declararba Facundo Macarrón, hijo de Nora Dalmasso, imputado por el homiciodio de su madre. Todo podía pasar.
Estábamos, en orden de exposición, primero la televisión como eje de la cobertura, con sus camarógrafos y cronistas que ejercen y reciben la presión de obtener la imágen: es un dato verificable que todos los camarógrafos de móviles son corpulentos, hombres, preparados para la lucha campal en la arena de la noticia.
Después los fotógrafos con su mala fama de "paparazzi" y las limitaciones del movimiento con las que saldrán las fotos si hay mucho revuelo.
Atrás los cronistas de radio (ahí estaba yo) con la libertad de movimiento que te da el grabador y celular, claro; no estamos cableados, ni corremos con micrófonos conectados a la cintura.
Bastante más lejos, los redactores de diarios, con el aura de prestigio que les da la pluma. Sin embargo, todos estamos un poco "televisados" en el concepto de la instantaneidad con la que se transmiten las declaraciones.
En el momento del "Aire" somos una gran masa, carne de cañón. Porque el dato es "el momento". Antes o después somos racionales, analíticos, y, si se quiere, hasta críticos. Pero cuando el testimonio, detenido en este caso en la cara de Facundo Macarrón, su padre, sus abogados o el fiscal aparecen, nada nos detendrá.
Los pactos de organización se romperán, inevitablemente. Y será correr, apretujarse, naturalizar la avalancha, los golpes, los gritos, el pisotón y la caída.
Si se pudiera medir la adrenalina de esos instantes seguro llegaría a un punto máximo. Pero en el medio está el entrevistado, que según la preparación y el rol, (casi siempre víctima o victimario) se sentirá más o menos hostigado.
No importa lo que el testimonio haya dicho, ese será tema de otro tiempo, después del caos, cuando dejemos de ser manada y volvamos a ser periodistas.

PARA SU INFORMACION: Facundo Macarrón se defendió, porque ese es el núcleo de una declaracación indagatoria: ejercer el derecho de defensa.
Él, antes, había declarado como testigo y bajo juramento, el miércoles 14 de junio, lo hizo como imputado de un delito terrible, dramático: la muerte que agrava el vínculo de hijo.
Pero no había drama en la cara de Facundo, ni cuando entró ni al salir del Palacio de Tribunales. Es increíble el temple con el que este chico enfrenta a la prensa: no emite palabra, fija la vista en un punto nuetro, toma distancia con esa mirada azul que no ve a nadie en particular y pasa, como alejado mentalmente de los gritos, los micrófonos que en vano le golpean la cara.
Este policial conmueve, moviliza y estimula la atención deL público y la prensa, con todas sus derivaciones. Otra vez, los periodistas deberemos tener cuidado con nuestro rol: no somos fiscales ni jueces, menos aún inquisidores con derecho de condena.

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